bitácora sensorial
viaje al sur
enero 2010
los sonidos
gaviotas
pingüinos
cormoranes
leones
elefantes marinos
el viento que
sopla y sopla
el sonido del
viento en la ventana del auto
el viento en la
copa de los árboles
las piedras
chocándose mientras caminamos
el mar rompiendo
en la orilla
el viento
filtrándose entre la vincha y el oído
el carretear de
los cormoranes en el agua
el sonido de las
piedras mientras el perro corría al pájaro en puerto deseado
el arroyo del
camping de calafate que arrulló mis sueños
los estruendos
del glaciar cayendo
los hielos como
fuegos artificiales regalándonos su bella muerte
la lluvia sobre
el cielo de la carpa
los arroyitos que
percibíamos en las caminatas del parque nacional
la voz de Emma
Chaplin iluminando el camino nocturno mientras nos acercábamos cada vez más a
puerto pirámides
los ecos de las
voces en el cañadón de puerto deseado
el canon de los
gallos en la madrugada del camping de traful
los olores
el perfume de los
pinos
el salitre del
mar
la tierra húmeda
los eucaliptos
los animales
marinos
las lavandas en calafate
el perfume de las
rosas en villa la angostura
los colores
el azul del mar
el turquesa de la
ría de puerto deseado
el ámbar violáceo
y fuccia y naranja
el fuego de los
atadeceres
las rosas de
calafate
el verde de los
pinos y los álamos
el turquesa del
glaciar
el follaje verde
como cortina del glaciar
el baño celeste
como la bandera de la prefectura
las casitas de
colores de Ushuaia
el arco iris que
surcaba el cielo entre el bolsón y la angostura y se extendía en perfectas
líneas iridiscentes entre el verde de las montañas, los claros rayos de sol y
el copioso llanto del cielo
las flores
amarillas que crecen silvestres al lado de la ruta
el pico naranja y
amarillo del tucán de tolhuim
las estrellas
surcando el cielo de los alerces
el turquesa del
lago que se desprendía del azul profundo y veíamos desde el mirador de traful
(con picardía de cóndor o faro austral)
la mariposa
naranja que se posó sobre el pie de irmi
los abrojos
verdes en las patas de los perros que encontramos en el camino de Ushuaia a las
estancias
los sabores
el mate amargo en
la ruta
el mar en la boca
los restos
marinos que recogí en la playa de pirámides
la torta galesa
de gaiman
el café con
ginebra en la noche helada
el sabor agrio
del calafate
las sensaciones
la lluvia en la
cara en el avistaje de puerto deseado
el café caliente
con torta en la isla de los pingüinos
el rostro frío
saliendo de la bolsa de dormir
el dormir gusano
de seda adentro de la bolsa
las manos frías
debajo de los guantes
la noche fría en
la noche de lucas
los recuerdos
la isla de los
pingüinos entre la llovizna y el cielo plomizo interrumpido por momentos de
rayos que caían a lo lejos
los pingüinos
mirándose, mirándome, sabiéndose en su territorio, mi condición de extranjera
allí, mi identidad de espectadora ahí
los delfines que
aparecían intermitentes en el camino de las estancias de Ushuaia
la cajita de
caracoles y recuerdos marinos que armé en el canal de Beagle
las gotitas de
lluvia sobre las hojas de los conejitos
la mirada de díaz
mientras nos contaba de su vida de prefecto, del aislamiento de los treinta
días al final de la ruta en el canal de Beagle (mientras la mirada se fugaba
hacia el mar, para luego volver hacia él y en un cíclope hacia nosotros (como
si se mirara en un espejo retrovisor y fuéramos entonces la tierra lejana, un
cielo de verano eclipsado en un fotografía)
los árboles
escorados en el camino del Beagle
el pato chiquito
que seguía al mayor correteando sin levantar vuelo
el reflejo del
cielo y las casas y las montañas en la bahía de Ushuaia
los pájaros como
faros sobre las copas de las lengas
la nena
vietnamita con el niño francés que giraban como trompos sujetándose sobre uno
de los pilares del refugio en el camping de Ushuaia
la risa en sus
caras
el encuentro cara
a cara con la vaca negra y blanca que me expulsó de su territorio que era el
sendero de la cascada del arroyo blanco